Su origen es australiano y desde ahí se fueron extendiendo a otras partes del mundo, principalmente a Holanda y comenzaron a ser populares en el siglo XX. El primer conejo enano surgió en 1938, del cruce entre un conejo de armiño y uno salvaje. Más tarde llegó a Inglaterra donde criadores lograron estandarizar los colores y la apariencia.
Lo más significativo y como su propio nombre indica, es su reducido tamaño, puede medir unos 25 cm. El peso puede oscilar entre 0,5 y 1,5 kg. De por sí son pequeños, pero, ese enanismo suele estar producido porque se produce una insuficiente cantidad de la hormona del crecimiento por lo que se supone que son conejos sanos, pero de pequeño tamaño.
Se caracteriza por tener una cabeza pequeña y redonda, un cuello grueso y unas patas cortas y finas. El macho, de cabeza ancha, es más atractivo mientras que la hembra presenta una figura más esbelta. Las orejas de ambos sexos son rectas, estrechas y redondeadas, cortas con respecto al cuerpo, no miden más de 6 cm. Los ojos, grandes y llamativos, y su nariz chata le confieren un aspecto vivaracho y simpático. Su sedoso y denso pelaje es otra seña de identidad. Se presenta en una gran variedad de colores muy distintos incluyendo el blanco, negro, marrón y gris.
Su carácter es algo más nervioso que el de un conejo enano de talla media, lo que convierte esta raza en un compañero de juego perfecto. Al mismo tiempo debemos tener en cuenta que cuánto más pequeña es la raza del conejo enano, más delicado se vuelve y más tenemos que vigilar con el stress y las caídas.